Hoy vengo a contaros un cuento que podréis aplicar, especialmente, a vuestras relaciones de pareja pero también a vuestras relaciones en general. Es El cuento del pajarito y la jaula, y dice así:
Vivían en una casa un hombre y un pajarito que estaba encerrado en una jaula. El pajarito se sentía agobiado y oprimido por estar encerrado así que, cada día que pasaba le pedía por favor a su dueño que le abriese la puerta de esta jaula para poder curar su malestar, pero el hombre, pensando que el pajarito era lo único que tenía en la vida, pensaba…
«Si le abro la puerta el pajarito se irá, me abandonará y me dejará solo y no sabré qué hacer sin él«
Así que el hombre le decía:
«No te puedo abrir la jaula, pajarito, porque si la abro te vas a ir y yo me voy a quedar muy solo«
Pero el pajarito sentía que necesitaba esa libertad así que, cada día siguió insistiéndole repitiéndole el mismo mensaje hasta que el hombre, pasados unos días, se mentalizó y, con mucha tristeza después de pasar toda la noche entera llorando, le dijo al día siguiente al pajarito:
«Vale pajarito, esta noche yo abriré la jaula y entonces serás libre para poder irte«
Pasó el día muy triste el hombre, siempre cabizbajo pensando en que no volvería a ver al pajarito pero, llegó a casa por la noche y cumplió su promesa: le dejó la jaula abierta al pajarito se fue a la cama.
El hombre, triste por la pérdida, no pudo pegar ojo en toda la noche. Se pasó la noche entera llorando pensando que, cuando se levantase la mañana siguiente, el pajarito ya no iba a estar.
Entonces, el hombre se levantó y, cuando entró al salón, se llevó una gran sorpresa cuando vio que el pajarito estaba dentro de la jaula jugando y, claro, él se acercó a preguntarle:
«Oye pajarito, ¿pero qué haces que estás todavía que la jaula sí si me llevabas pidiendo durante días y días que por favor te la abriera que quería sentirte libre?«
A lo que el pajarito le contestó:
«Pues hago justamente esto que me estás diciendo: sentirme libre. Yo soy feliz aquí dentro de la jaula y viviendo contigo, pero como no soy feliz es si tengo la jaula con la puerta cerrada y no dispongo de esa libertad de poder elegir por mí mismo qué es lo que quiero hacer y donde quiero estar«
Podemos sacar de moraleja de este cuento que las relaciones deben basarse en la libertad mutua y no en las ataduras.
Pero esto también es aplicable al resto de relaciones con las personas que nos rodean. Si ponemos normas y jaulas y cerramos esas jaulas; por ejemplo, encerrándonos en un formato de relación, la relación nunca va a ser libre porque las personas necesitamos unirnos desde la libertad.
Por lo tanto lo importante es lo profundo del vínculo, el formato que le queramos dar va a ser siempre algo superficial. Si nos empeñamos en el formato, nunca vamos a estar unidos desde la libertad.